Recomendado: Presente historia colonial

por: Carlos Reyna. Recordaba el historiador Manuel Burga que el primer indio nació con el primer conquistador. Los pueblos que habitaban estas tierras se denominaban a sí mismos, cada uno en sus lenguas, simplemente como gente. El relato del conquistador prevaleció y en adelante se les llamó indios. También prevaleció mucho tiempo la idea de que no eran gente. Tanto, que, aún ahora, la idea late en buena parte del grupo que nos gobierna.
Que el mundo de los pueblos originarios es irracional y bárbaro es algo que el presidente García discursea incluso ahora, cuando el país está de luto por las masacres de Bagua. El Comercio de ayer glosa sus dichos: “Han ido a buscar al fondo de la selva la barbarie para oponerla al Estado”. Así denuesta de los que son solidarios con Aidesep. “Al no convencer, busca sus armas en lo más profundo de la selva, pero también en lo más atrasado y menos racional del país”.
Esta idea de la irracionalidad de los pueblos originarios no es nueva en el Presidente. Se expresa a lo largo de sus muchas declaraciones sobre las protestas de los pueblos originarios. Está en su tesis que las comunidades indígenas son una traba para el desarrollo. El Perro del Hortelano dixit: “Tierras ociosas porque el dueño no tiene formación ni recursos económicos, por tanto su propiedad es aparente. Esa misma tierra vendida en grandes lotes traería tecnología de la que se beneficiaría también el comunero”.
El canto de García a la invasión del Estado y los inversionistas privados sobre las tierras indias desciende en línea directa de los apologistas de la Conquista. Ginés de Sepúlveda también la justificaba con el argumento de la irracionalidad de los indios: “Siendo por naturaleza bárbaros, incultos e inhumanos, se niegan a admitir el imperio de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos; imperio que les traería grandísimas utilidades, magnas comodidades”. Así lo decía en “La justa causa de la guerra contra los indios”.
La visión neocolonial de García y sus ministros explica la dación inconsulta de los decretos legislativos materia del conflicto. También la actitud impositiva, cerrada y tramposa como actúan frente a la protesta. Y, finalmente, que hayan evitado que el Congreso la resuelva y optado por la solución represiva. Las consecuencias se conocen.
Así como Sepúlveda citaba a su favor, hace cinco siglos, las historias sobre sacrificios humanos, el presidente García traficará esta vez con las imágenes de los policías muertos. No le servirá de mucho. En el debate sobre este grave momento del país, la gran mayoría del Perú, especialmente los jóvenes, se van a poner más cerca del relato de los indígenas. Así como aún no se sabe cuántas son en realidad las víctimas, el Presidente y sus ministros aún no saben a cuánto asciende el costo político de su insensatez.

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