A LA HORA DE LOS LOROS: LA TELEFONÍA SILENCIOSA


por: Alex Albornoz M.

La semana pasada los peruanos nos vimos en circunstancias que jamás habíamos pensado. Un sismo de prolongada duración que mantuvo a más de uno en ascuas y un resplandor en el cielo, puso los nervios en la cúspide de su éxtasis. Pero nadie se imagino que al acabar esos interminables ciento veinte segundos, nuestro recurrido amigo se durmiera en su más requerida presencia. ¿Alta tecnología o puro cuento? a saber.

Increíble pero cierto, los teléfonos fijos y los celulares colapsaron sin complacencias. El panorama era incierto, uno giraba la cabeza a los costados y no se sentía sólo, aunque suene esto irónico, porque ante el gruñido de la naturaleza uno se siente desierto y vulnerable; y es que todo individuo ya sea desde la palma de su mano sosteniendo su móvil o quitándose el auricular del teléfono de la tienda, no podía comunicarse ni con el familiar que vivía a un cuadra y menos aún mandar un mensaje.

Pero eso no fue todo, a las dos horas de sucedido el desastre, nuestro cándido presidente se dirigió a la nación para decirnos que lo peor había pasado, y que felizmente no habían sucedido mayores percances. Curioso esto, pero sin afán melodramático a los minutos de ocurrido el terremoto, RPP ya daba cuenta por medio de testimonios en directo, que los hospitales de Pisco estaban colapsando, que en Ica se habían venido abajo varias casas y que en cañete estaban a oscuras. Solo por citar.

Esto saco a luz la incompetencia y la falta de comunicación en palacio de gobierno. Así como la ligereza para dar cuenta de lo que ocurría en el sur del país. La ausencia de la línea afecto hasta a las más altas esferas de nuestras autoridades. Pero la sorpresa esa noche estuvo en boca de Alan García, al expresar su notable descontento con la telefonía. Sí, con esa telefonía a la que trato con simpatía y justificación a la hora de negociar los cobros excesivos que realizaban, sin tocar claro, la renta básica. Y que posteriormente se lo dejó a la Ministra Zavala y a su Viceministra Aljovín que la defendieron a capa y espada.

Más tarde un bufón de la telefónica salió a declarar que dejáramos de marcar los teléfonos por que según sus alegatos había sobrecarga de llamadas o aun más, que las fibras ópticas se habían roto. Por favor, con ese cuento a otros, no es posible que una compañía como la telefónica no tenga la capacidad para responder en cuestión sino de minutos, por lo menos en un par de horas a la emergencia. Lo cierto aquí es que la Telefónica carecía de una red de emergencia como ya lo han demostrado pocos medios responsables.

Nos vendieron tantos de estos aparatitos que a la par no hicieron la inversión necesaria, para que ante cualquier eventualidad no fallaran por prolongados días. Sin mencionar a los mexicanos de “Claro y Telmex” que también corrieron la misma suerte. Más que una excusa barata, fue para muchos una burla echarle la culpa a los usuarios. ¿Cómo uno no iba a tratar de comunicarse con sus familiares, de qué otra forma querían que nos comuniquemos, telepáticamente? me pregunto.

Esta situación también afecto y retraso la rápida intervención en la zona del desastre, bomberos, policías, defensa civil, rescatistas, entre otros, no pudieron comunicarse y efectuar lo que hubiese sido quizás el rescate de más víctimas. Ni que decir de nuestro desatinado Presidente que en vez de agradecer la ayuda extranjera, los trato de cobardes y quejones en pocas palabras. Esto dio como resultado que muchos de ellos se fueran lamentablemente. Las como son, dice la publicidad de una conocida bebida. Son como son, sin retoques señores.

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